Nacida en Santa Cruz de La Palma, en una familia de bordadoras, ya con cuatro o cinco años, en cuanto aprendió a coger la aguja, comenzó a dar sus primeras puntadas, según fue creciendo fue mejorando su habilidad y mientras por las mañanas bordaba cojines, que los pedía su hermana mayor porque a ella tan pequeña la Casa de Bordados no se los daba, por las tardes mientras supervisaba el pastoreo de los animales de la casa y entre las piedras bordaba presillas para ir ahorrando su dinero para cubrir sus necesidades personales.
Observaciones:
Fue creciendo entre telas y puntadas, mejorando con la experiencia y los cursos a los que ha asistido a lo largo del tiempo, sin abandonar lo que ya hoy es algo más que una forma de colaborar a la economía familiar.
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